12 de diciembre de 2008

Cuentos de: El Posadero

El diablo paró una vez en una posada, donde nadie lo conocía, porque se trataba de gente cuya educación era escasa. Tenía malas intenciones y todos le prestaron oído durante mucho tiempo. El posadero lo hizo vigilar y lo sorprendió con las manos en la masa.
Tomó una soga y le dijo:
-Voy a darte azotes.
-No tienes derecho a enojarte-dijo el diablo-. Soy sólo el diablo y mi naturaleza es obrar mal.
-¿Es verdad?-preguntó el posadero.
-Te lo aseguro- dijo el diablo.
-¿No puedes dejar de obrar mal?-preguntó el posadero.
-Ni en lo más mínimo-dijo el diablo-. Sería inservible y sería cruel dar azotes a una cosa tan pobre como yo.
-Es verdad- dijo el posadero.
Hizo un nudo y lo ahorcó.

 

EL POSADERO.  Aunque me hubiera quedado una habitación libre, desde luego no se la hubiera dado a esa pareja. Gente sospechosa. Han dicho que eran marido y mujer, pero yo no me chupo el dedo y a mí no me la pegan. ? El es demasiado viejo y ella demasiado joven. Y como está encinta... Tal vez es el padre que la ha sacado de su pueblo para evitar el escándalo. Pero la mía es una posada honrada, y aquí no quiero partos clandestinos. Por otra parte, no me parece que la trate como a una hija. Este vejete la mira como si fuera una cosa santa y casi con reverencia. Acaso es un criado de confianza que ha cargado con este bonito trabajo... De todas maneras, su marido no es. Y ella con ese aire inocente y casto como si no se avergonzase de nada... Y debe de estar en los últimos días. Ya te digo yo que las apariencias... ¡Fíate de las mujeres! Parece una virgen y está a punto de ser madre. ¡Hay que ver! Y luego, como si no bastara, huelen a miseria desde una legua. Y en mi casa no quiero pobres. Serían capaces de plantarse aquí durante un mes, con la excusa de la parturienta, y al final de todo oírles decir que no tienen bastante dinero para pagar la cuenta. Si hubieran llegado con bonitos vestidos y con la bolsa llena acaso hubiera podido encontrar un rinconcito para ellos. El mozo podía haber ido a dormir a casa de sus hermanos durante algunas noches... Cuando el oro está de por medio todo se arregla. Pero con esos no hay nada que hacer. Ella lleva un vestido cualquiera que yo me avergonzaría de dar a mi mujer, y él un manto liso que debe de tener más años que quien lo lleva. Además, habría el peligro de que los gritos de ella y los lloros del niño molestaran a los otros viajeros. ¡Buena cosa encontrarse la posada vacía por culpa de dos vagabundos misteriosos! Aseguran que son galileos, pero el refrán dice que de Galilea nunca puede venir algo bueno. ¡He hecho bien en sacármelos de encima! Un agujero en cualquier sitio lo encontrarán seguro antes que sea de noche.

 

La noche del 28 de julio de 1900 el rey de Italia, Humberto I, cenaba en un restaurante de Monza. Al otro día debía presenciar un espectáculo de atletismo en la ciudad. Durante la cena, grande fue su sorpresa al notar que el dueño del lugar era un hombre idéntico a él. Curioso, decidió averiguar un poco más y la sorpresa posterior fue aún mayor.
El posadero se llamaba Humberto como él, había inaugurado el restaurante el mismo día en que el rey había sido coronado y, además, se había casado el mismo día que el rey y los dos con mujeres que se llamaban igual: Margarita. Entusiasmado por la serie de coincidencias, el rey invitó al posadero al espectáculo del día siguiente.
Pero el otro día el hombre del restaurante no apareció. Había sido asesinado en circunstancias misteriosas.

 

Un día a eso de las seis de la tarde llegó a una posada un hombre. Se sentó y demandó:
- ¿Puedo obtener que comer por mi dinero?
El posadero, hombre muy cortés y oficioso, replicó con una reverencia profunda:
- Sin duda, señor; mande Vd. lo que desee, y contentaré a Vd. - Y a la verdad, no era mala la cena. Mientras comía con mucho gusto, el posadero preguntó al huésped:
- ¿Acaso le gustará a Vd. una botella de vino?
- Me conviene si puedo obtener algo bueno por mi dinero, - repuso el hombre. Concluida la cena, sirvió el café el posadero y demandó otra vez:
- ¿Sin duda le gustará a Vd. un excelente tabaco?
- A mí me gusta todo, si puedo obtener algo bueno por mi dinero, fué la contestación. Al fin el posadero presentó la cuenta que ascendió a cinco pesetas. Sin examinarla ni mirarla el hombre entregó al posadero una vieja pieza de cinco centavos. Éste la rechazó preguntando con cólera:
- ¿Qué quiere decir esto? ud. ha ordenado las mejores cosas. Vale tres pesetas la cena, una peseta el vino y otra peseta los tabacos.
- Yo no he mandado nada,-repuso el hombre. - He pedido que comer por mi dinero, y esta pieza es todo el dinero que tengo.
Estaba el posadero para ponerse muy colérico, cuando se le ocurrió una buena idea.

- Amigo, - dijo con una sonrisa muy fina, - ya no hablaremos más de eso. No me pagará ud. nada. Le presento a ud. graciosamente la cena, el vino y los tabacos. Además, tome ud. este billete de diez pesetas, si quiere hacerme un gran favor. Dos calles más arriba está la posada del León de Oro, cuyo amo es mi competidor. Vaya ud. al León de Oro, y haga la misma calaverada.
Tomó el dinero, se lo metió en el bolsillo y se despidió el huésped. Llegado a la puerta se volvió y dijo con burla mal disimulada:- Muchas gracias y buenas noches. Pero es su competidor de ud. quien me ha hecho venir aquí.

(Estos no los hice yo, pero me parecieron simpáticos.)

3 de diciembre de 2008

Un Ejemplo de Vida

Luego de estar al borde la muerte debido a un accidente vascular encefálico, se encuentra en franca recuperación y con muchos planes a futuro. Ligado al AutoClub como socio y como cooperador en algunas actividades específicas, afirma que la marcha institucional se encuentra con sólidas bases y con proyecciones importantes. Entrevista 001

La historia de Eduardo Marino, definitivamente es un ejemplo de vida. Y es que durante el saludo en los momentos previos a la entrevista de este socio del AutoClub por 25 años, nunca nos imaginamos con lo que iba a relatar y que se relaciona con los momentos más complejos de su vida. Sobre todo por su expresión alegre pero a la vez de una tranquilidad enorme.
Para quien no lo conoce, al igual que nosotros, por lo menos en los momentos previos a la entrevista, nadie podría haber afirmado que hace poco más de dos años estuvo al borde de la muerte debido a un grave accidente vascular encefálico, cuyas consecuencias fueron nefastas en un comienzo. “No podía mover ninguna parte de mi cuerpo, solamente podía pestañear y responder sí o no a lo que me preguntaba mi familia, pero tuve plena conciencia de lo que me estaba pasando”, recuerda.
Sin embargo, a poco andar, el destino le tenía otra difícil prueba: problemas renales que derivaron en una infección generalizada que casi terminan con su vida nuevamente. Incluso, Eduardo Marino relata que escuchaba a los médicos decir que “ya no había prácticamente nada qué hacer”. Sin embargo, y pese a todo, salió nuevamente de su extrema gravedad. Pero lo difícil estaba por comenzar y las dudas en toda su familia y en el círculo de amigos más cercano ya asomaban con fuerza: qué pasaría a futuro con el día a día y con su recuperación.
Las terapias eran agotadoras y muchas veces dolorosas, pero la determinación fue un factor clave en este duro proceso. Los resultados no se hicieron esperar y los avances quedaban en evidencia con el correr de los meses. “Poco a poco pude ir moviendo un brazo primero, luego el otro. El problema era que me faltaba fuerza y se me caían algunas cosas. Tuve además que volver a hablar, ya que al comienzo solamente balbuceaba algunas cosas que nadie entendía”, explica.
El aspecto motriz estaba seriamente comprometido. Sin embargo, en la actualidad y luego de varios meses, esto parece haber quedado en el pasado. Lógicamente que restan algunas secuelas que las quiere superar y trabaja diariamente muy duro para ello. Tanto así, que su ansiedad en algún minuto le pasó la cuenta. “Al tratar de hacer un giro me caí y me fracturé dos costillas”, reconoce. En el momento que ocurrió el accidente había salido con su scooter eléctrico, pero sin su celular. Su familia, conformada por su señora Viby Gálvez y sus hijos Eduardo Martín y Sebastián Andrés, al ver que no llegaba y sin poder ubicarlo, se preocuparon mucho y salieron a buscarlo, encontrándose con las consecuencias ya descritas.
Esto obviamente no lo ha detenido. Al contrario, sigue con su lucha permanente junto a su familia, que sin duda ha sido un pilar importante en todo su proceso de rehabilitación.

Eduardo Marino, dice que la recuperación no tiene recetas mágicas y que la clave es el trabajo y no “bajonearse, planteándose metas inmediatas e ir cumpliendo ciclos.
“Nunca me cuestioné. Nunca dije, por qué a mí. Lo único que tenía claro que debía superar esto, con mucha fuerza interior y sabiendo que hay cosas por qué seguir dando batalla. Yo creo que esto también tiene que ver un poco con la formación personal y valórica de uno”, afirma.
Agrega además que el AutoClub tuvo mucho que ver con su recuperación. “Conversamos con Patricio (Ly) y me ofreció todo su apoyo para realizar parte de mi hidroterapia en la piscina del club junto a mi kinesiólogo. Esto me ha ayudado mucho en la parte de movilidad y equilibrio”, expresa.
Este dentista de profesión, dice que tiene una vinculación permanente con la institución y que en la actualidad colabora con el boletín semanal del AutoClub y también con el de la rama de Golf. Este sentido de pertenencia ha sido permanente en el tiempo, más aún en estos momentos en los que desarrolla actividades específicas. Marino se refiere con mucho afecto sobre el AutoClub y manifiesta que ha tenido durante el último tiempo un crecimiento explosivo en lo que se refiere a las capacidades de las ramas deportivas y en cuanto a su organización. “Si esto en estos momentos se administra como una gran empresa”, asegura. A su vez, agrega que la da la impresión que se ha tenido la capacidad de proyectar y conectar al club con la ciudad y con grandes empresas.
“Hay proyectos más aterrizados y de largo plazo para hacer crecer al club. Hay más gestión debido a que hay más socios y más empresas vinculadas. Y por otra parte, las actividades externas como el torneo de tenis Future, el nacional de gimnasia y el abierto de golf, le han dado un mayor auge y plusvalía al club”.
Sin duda que la experiencia de vida de vida de Eduardo Marino constituye un mensaje para todos quienes en algún minuto se quejan debido a problemas bastante menores y que tienen varias vías de solución.
Mientras tanto, sigue su vida como se le ha planteado hasta el momento, es decir con muchos sacrificios y que son compartidos por su señora, Viby Gálvez, quien en forma permanente ha estado a su lado con determinación, lo que ha dado como resultado el ver la vida con optimismo, valorando cada momento de la vida.
Marino espera volver a ejercer su profesión de dentista... y quién sabe, si hizo ver muy mal a los médicos que lo daban por desahuciado, no sería de extrañar verlo de nuevo a futuro sentado en una silla trabajando por la salud bucal de un paciente.