10 de mayo de 2010

Un café cada mañana

Acostumbrado a verte reír todas la mañanas,
a sentir tu cabello alejarse
lentamente de mi almohada,
al delicado aroma de la seda
con la que ligeramente cubres tu cuerpo
la suavidad con la que atas
tu cabello a esa cinta dorada,
que enloquece mis sentidos y
me impide exigirte fidelidad.

Como es que tienes el control de mis acciones
que mis palabras siendo creadas rudas
son proferidas dulces para ti,
en el cimiento de mis sueños
están tus caprichos y tus engaños,
tus mentiras me resultan agradables
cuando obtengo a cambio
una apasionada reconciliación.

Y tú lo sabes y sonríes en silencio
comprendes mi dolor y lo curas con un beso
una caricia, una mirada, un
¡Quizás sea mejor dejarnos!
y es ahí cuando todo dolor pasa
y me centro en la angustia
ninguna felicidad sería esperada
no existiría un buen momento.

Prefiero el dolor y tus traiciones
a una fingida felicidad, lejos de ti
lejos de tu alma y de tu ser
lejos del café cada mañana
el pasear silencioso por el patio
el cubrir tu cuerpo con mis brazos
bajo la puesta de sol.

Volviendo al Pasado

Vengo retrocediendo pasos...,
imaginando situaciones...,
diálogos, escenas...
Transportándome a un pasado,siempre cercano en el tiempo...
Transfiriendo hacia el futuro improbables o posibles escenarios...,
y van surgiendo a borbotones reclamos, doloridos, silenciados.
Que volverán a su cauce de oscuridad y mutismo.
No pasa la dignidad ni el respeto por un reclamo tardío.
No vuelven a su lugar las lágrimas que ya mojaron un rostro.
Sólo quedan pensamientos,sentimientos, dudas, miedos.
Haciendo paquetes prolijos que deshojará el olvido,
de aquel que sólo tenia los sentimientos dormidos.
Todos somos prescindibles.
Todos somos prescindentes.
En cada figura que llega el mismo juego se impone.
Alguna habrá que detenga el silente pasatiempo.
Esa, seguro, será quien ocupe el espacio definido.
Las otras, todas, ¡¡tantas!!,
apenas hojarasca de un tiempo vivido
en el que los sentimientos estuvieron dormidos...
Las otras, todas, ¡¡tantas!!
pierden el nombre en la sombra.
No alcanza para ellas ni el tiempo, ni la distancia