23 de febrero de 2011

Solo

¡SOLO! Solo... Solo... Siempre solo, siempre solo con mis penas! Solo mientras dura el día, solo en la noche serena, solo cuando pienso en Dios, solo al pensar en la tierra, solo cuando canto alegre, y solo con mi tristeza!... Solo siempre... Mas ¿por qué, esa soledad eterna?

Es ¡ay Dios! que el alma mía no ha hallado su compañera,  y siento que me hace falta la mitad de mi existencia; es que soy un pobre loco, o la humanidad entera es menos buena que yo, y que su maldad me aterra; es que el mundo me rechaza, o que mi alma le desprecia, porque en él, ¡ay! no ha podido encontrar su compañera.

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