5 de junio de 2011

Lágrima

Enjuga, enjuga esa preciosa perla           
que para herir cristalizó el amor:         
ella deslumbra el corazón que al verla     
hierve de nuevo en criminal ardor.        

No venga, no, de tus hermosos ojos         
astros de vida el brillo a oscurecer;       
no venga infausta a presagiar enojos,       
ni amortiguar tu bello rosicler.          

Chispa divina del sagrado fuego             
que infundió a tu alma celestial piedad     
ella es, y deja al desdichado ciego         
que vaga envuelto en triste oscuridad.    

¿Por qué llorar? De las pasiones fieras     
tú no has sentido el devorante ardor;       
siempre te halagan auras lisonjeras,       
nunca te asalta el frígido escozor.        

¿Por qué llorar? Un misterioso velo         
te encubre aún arcanos del vivir;           
tu alma es más pura que la luz del cielo,   
todo a tu anhelo miras sonreír.            

¿Por qué llorar? Impresa en la memoria     
no llevas, no, la sombra del pesar;         
gozas de un ángel la inefable gloria,       
tu sueño guarda un ángel tutelar.          

Mas ¡ay! que veo tu pupila ardiente         
toda anegada en lloro virginal;             
mas ¡ay! que asoma en tu lozana frente     
del infortunio el precursor fatal.        

Dale a mi mano el enjugar tus ojos;         
mas ¡ah! que vierten fuego abrasador:       
y yo insensato, para más enojos,           
ni llorar puedo ni sentir amor.

No hay comentarios: